Un solo e impresionante derechazo
al final del sexto episodio, le alcanzó a Juan Manuel Márquez para noquear y
desmayar a Manny Pacquiao, y así ganar la pelea más importante de su vida.
Luego de tres batallas de una saga tan histórica como controversial donde nunca
hubo unanimidad sobre el resultado final, un solo golpe duro, preciso,
alucinante, consiguió evitar esta vez cualquier discusión. Pero es bueno apuntar que cuando
ese golpe llegó, nadie se sorprendió. Antes, en el tercer round, Márquez ya
había dado una muestra de que podría ocurrir un cataclismo, cuando con un
volado de derecha en el primer minuto lastimó y mando a la lona al filipino.
En el resto de los seis asaltos,
Pacquiao marcó el ritmo de la pelea. Se mostró como siempre agresivo, lanzando
jab y rectas desde los ángulos que fueron lastimando poco a poco el rostro de
su rival. Su plan era ganar por demolición y velocidad. Parecía que lo
conseguiría luego que en el quinto asalto lo conmovió al mexicano que toco la
lona con su mano.
Márquez pareció sentido y Pacquiao
salió a terminarlo a pura velocidad y agresividad, hasta que ocurrió ese
increíble golpe de derecha cuando moría el sexto asalto.
Y es necesario preguntarse ahora
cual fue el acierto de uno y la falla de otro. En primer lugar un aspecto sobre
el cual los analistas de todo el mundo insisten antes de cada pelea: un solo
golpe termina cualquier historia. Eso fue lo que ocurrió. Pero hubo algo mas,
algo que todos los analistas de ESPN adelantamos en nuestras predicciones; Juan
Manuel Márquez llego a esta batalla más fuerte que nunca y en esa situación era
posible esperar que un golpe de KO fuera la mayor amenaza para el filipino. Eso
fue lo que ocurrió, un solo golpe demoledor, fue suficiente.
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