Nigua, San Cristóbal.- La
congoja con la que amaneció la comunidad se convirtió en llanto cuando a las
6:25 de la noche llegó el fúnebre minibús con los restos del ex lanzador
Pascual Pérez, asesinado a martillazos y machetazos mientras dormía en el
apartamento materno de la carretera Mella.
Con
el rostro desfigurado, el cuerpo sin vida del “Cutá”, el mayor de seis hermanos
lanzadores que firmaron al profesionalismo, es velado en la Sociedad
Socorro Mutuo.
Ni
el paso continuo de los camiones que van y vienen de la Zona Industrial de
Haina imppedía que se escucharan los gritos de sus hermanas Cándida, Mami y
Morena.
“Es
preocupante que una persona ya no esté segura ni en su casa”, manifestó
Mélido Pérez, quien como Pascual y Carlos brilló tanto en las Grandes Ligas
como en el torneo invernal dominicano.
Pascual
--quien en el apogeo de su carrera era bullanguero, derrochador, amante de los
buenos coches y de las parrandas-- estaba postrado en la tranquilidad del hogar
debido a la terminal enfermedad renal que padecía.
Tres
veces por semana era llevado a la Plaza de la Salud para dializarlo.
Recientemente le confió a Carlos que todos los compañeros que tenía en la sala
de dialisis habían fallecido.
“Era
un guerrero”, enfatizó el zurdo de 41 años. “Esta tragedia nadie la estaba
esperando porque Pascual fue un hijo de aquí, de Nigua, un ídolo”. “Yo estoy
muy decepcionado con Nigua”, afirmó el relevista de los Tigres convencido de
que el crimen fue ocasionado por delincuentes de la zona.
“Mi
pueblo no era así, hay una delincuencia muy grande. La juventud que ha venido
subiendo es diferente a la de antes”, expresó Carlos, cuyo pintorezco estilo de
lanzar fue muy similar al que tuvo su finado hermano.
No se vengará
Aunque porta una pistola 45 en la cintura, no pretende cobrar venganza, sino que pretende que sea la Policía la que haga lo que estima conveniente con los delincuentes que le segaron la vida al ídolo de la familia, al que inspiró a lanzar a los otros miembros de la prole procreada por Agripina Pérez y Juan Pablo Gross, ambos fallecidos.
Aunque porta una pistola 45 en la cintura, no pretende cobrar venganza, sino que pretende que sea la Policía la que haga lo que estima conveniente con los delincuentes que le segaron la vida al ídolo de la familia, al que inspiró a lanzar a los otros miembros de la prole procreada por Agripina Pérez y Juan Pablo Gross, ambos fallecidos.
Por
la Sociedad Socorro Mutuo, donde suelen velar a los pobres y ricos de esta localidad,
hicieron acto de presencia José Rijo, Henry Rodríguez y otros ex-peloteros.
“Es
vergonzoso lo que ha ocurrido. Es muy penoso ver como ha cambiado el país”,
señaló, a su vez, José Rijo, un grande del box que confiesa que no ha visto a
un pitcher más inteligente que Pascual Pérez.
“Pascual
no tenía ni el mejor cambio, ni la mejor recta, ni el mejor slider y, sin
embargo, cuando estaba sobre el montículo era extraordinario, relajaba a los
bateadores, los sacaba de paso”, declaró.
Pascualito,
de 35 años, el mayor de los seis que tuvo el “Cutá” en su desorganizada vida
que llevó, significó que lo recordará como una persona alegre.
“Siempre
estaba contento”, subrayó lloroso y mientras era consolado por su madre Marylin
Sánchez, la primera y última compañera que tuvo el extrovertido Pascual Pérez.
“Era
muy desprendido. No tenía hambre”, agregó Sánchez,
Hasta
anoche se tenía programado sepultar sus restos a las dos de la tarde en el
cementerio municipal de aquí. Pascual tuvo marca de 67-68 en las Grandes Ligas,
donde vistió el uniforme e los Piratas de Pittsburgh, Bravos de Atlanta, Expos
de Montreal y Yankees de Nueva Yor, mientras que compiló 44-34 en el circuito
invenal dominicano, 40 con las Águilas Cibaeñas y 4 con los Tigres del Licey.
Freddy Tapia
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