Madrid.- Como en el más típico de los anuncios, la mejor liga del mundo regresa por Navidad. Y gracias. La NBA comienza después de cinco meses de cierre patronal, de idas, venidas, rupturas casi definitivas y reuniones secretas durante unas conversaciones en las que jugadores y franquicias estaban condenados a entenderse, de los cruces de declaraciones, acusaciones e incluso insultos entre unos y otros.
El acuerdo alcanzado para pactar un convenio que dejara mínimamente satisfechos a las dos partes y permitiera a los propietarios un margen más amplio para cortar la sangría de millones en la que se habían convertido sus equipos ha puesto fin a la incertidumbre y ha dejado paso al juego. Ahora queda en manos de los jugadores dar lustre en apenas cuatro meses a una competición manchada por el lodazal que ha dejado sobre el parqué tanto tiempo de ‘lockout’.
Por fin, el baile de nombres y equipos inundan las noticias sobre la competición.
Si el parón por el cierre patronal ya era perjudicial para el buen nombre de la NBA, las restrictivas normas en las que se mueve en materia de fichajes, que evita cualquier relación entre jugadores, técnicos, equipos y representantes y que ha llevado a situaciones tan surrealistas como tener que pedir permiso a los dirigentes para poder acudir a una boda sin incumplir la normativa, no han ayudado en nada a salvaguardar su prestigio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario