BARCELONA -- Allí donde empezó todo. El Barça volverá a Wembley donde en 1992 se hizo grande en Europa y disputará la final de la Champions tras empatar en la vuelta de semifinales con el Real Madrid (1-1) y hacer valer el 0-2 de la ida, después de un partido intenso, pero sin tensiones, nada que ver con los tres anteriores jugados por ambos contendientes. Los barcelonistas jugarán el 28 de mayo su séptima final de la Champions, su tercera desde 2006. Se impusieron a un rival que cambió su cara, que luchó con sus armas, pero que fue inferior en el juego, a pesar de que tuvo su oportunidad en el inicio del segundo tiempo. Los de Pep Guardiola apelaron a su seña de identidad, el fútbol, frente a un rival que luchó con sus argumentos. Pocos se acordaron en el Camp Nou de Jose Mourinho, quien vivió el partido desde el televisor de un hotel. El partido que cerraba la serie de cuatro, nada tuvo que ver con los tres anteriores encuentros. Un Madrid con un dibujo más ofensivo y la necesidad de marcar pronto para alterar el estado de las cosas y un Barça con el guión de siempre: posesión, control, sin alterarse. Nada que ver el estado del terreno de juego. No estaba rápido, sino rapidísimo por la lluvia caída una hora y media antes y también durante el partido, lo cual facilitó aún más la viveza del fútbol. Y nada que ver el juego que desplegó el Real Madrid, que demostró que, puestos a jugar a fútbol, el equipo de Mourinho tiene muchísimos argumentos. Nada que ver con lo ofrecido en las tres anteriores ocasiones por los blancos. En el primer tiempo, el control de la situación retuvo a los de Guardiola. Sin agobios, el Barcelona fue creciendo a base de posesión. El Madrid con Cristiano Ronaldo por la izquierda y Di María por la derecha intentó abrir mucho el campo, el problema para los blancos es que no tenía el balón y lo fiaba todo a una jugada eléctrica del portugués, como la que protagonizó nada más empezar el partido. El Barça lo tuvo claro. Sacó de su manual de estilo uno de sus artículos básicos, seguramente escrito por Johan Cruyff: "Defender con el balón. Si tú lo tienes, el rival no tiene opciones". Y así, sin agobios empezó a dominar la situación a partir del cuarto de hora. En cuanto los azulgrana empezaron a crear, el Madrid dio un paso atrás. La primera ocasión fue un tímido remate de cabeza de Busquets (m.22). A partir de entonces, el Barcelona se vio superior y rompió a los madridistas. Acabó con su presión en el centro del campo y empezaron a llegar las ocasiones. Además, empezó a aparecer Messi. El argentino, jugando entre líneas, se sintió cómodo. Leo tuvo dos ocasiones muy claras, ambas fabricadas por él mismo y en ambas se encontró con Iker Casillas (m.32 y m.33), el mejor de su equipo en el primer tiempo. El cuarto de hora final del primer tiempo fue un monólogo azulgrana. Desbordaba Messi, pero también Pedro y Villa por los extremos. Xavi empezó con su particular clase futbolística, Iniesta jugó cada vez con más espacios y los azulgrana empezaron a animarse. Se rompió el Madrid desde la medular. Incapaz de mantener la tensión ante la velocidad de balón de los azulgrana. Villa y Pedro, en el 34 y en el 35, no atinaron ante la meta contraria, y Casillas volvió a demostrar su clase tras una gran acción de Pedro culminada con un remate raso de Messi.
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