sábado, 30 de abril de 2011

Real Madrid cerró su semana negra con otra derrota

MADRID -- El Real Madrid cerró su semana negra desconectándose del fútbol, ofreciendo la peor imagen de la temporada, abandonándose a su suerte víctima de errores infantiles y de concentración ante un Real Zaragoza que sumó tres puntos de oro en su lucha por la permanencia en Primera (2-3). José Mourinho, apoyado con cánticos y pancartas en el Santiago Bernabéu, no cree lo que ve. Tras conducir a su equipo a terrenos pantanosos en unos días en los que no primó el fútbol, encontró un mal resultado con rotaciones. Pasa de ser un hombre récord en partidos como local, tras nueve años sin perder, a caer dos veces ante rivales modestos como Sporting de Gijón y Zaragoza. El Real Madrid más mediocre de la temporada, aturdido aún por el golpe del clásico europeo frente al Barcelona, saltó al Bernabéu sin actitud. Colapsado ante una defensa de cinco que plantó el necesitado Real Zaragoza. Con futbolistas de mayor vocación ofensiva que se dejaron el juego en Mestalla, dedicó a su fiel afición un primer acto horrendo. Con Pepe en el centro campo, pasando de ser un recurso anti-Barcelona a un fijo en la medular. Sin el rumbo que siempre marca Xabi Alonso y con Cristiano Ronaldo castigado en el palco.
Los que debían inventar -Canales, Granero y Kaká- chocaron. Misma ocupación de espacios y funciones. Higuaín y Benzema fueron dos espectadores más. Ni un disparo a la puerta de Toni Doblas. La pelota no tenía dueño. El Zaragoza no la quería. No daba más de dos toques seguidos. El Real Madrid carecía de ideas para inventar con ella. Una acción individual decidiría. Y la tuvo Uche nada más empezar, pero disparó centrado a las manos de Casillas. Kaká no encontró puerta a los 17 minutos y Lafita avisó a los 34 minutos de su llegada, con un tiro desviado. Faltaba intensidad defensiva en el Real Madrid. Agotado psicológicamente tras sus duelos ante el Barça. Sobre un césped hoy regado y húmedo por la lluvia. Más corto, sin tácticas para ralentizar el juego del rival. Y llegó uno de los fallos más grandes de la carrera de Casillas. Abandonó el arco para despejar un balón, que apenas rozó. Su patada al aire dejó todo a favor para Uche, que disparó mal. La fortuna cayó para Lafita, que no perdonó. Necesitaba un golpe de efecto el Real Madrid. Sin Cristiano, en el palco por cuestionar los métodos del jefe, Mourinho apeló a la electricidad de Marcelo y Di María. Acababan de entrar en acción cuando llegó el segundo error infantil. Carvalho derribó a Lafita dentro del área en una carrera con pocas salidas. El regalo lo aprovechó Gabi, que engañó a Casillas en el penal. Con un tesoro en el bolsillo, el Zaragoza debía gestionar una ventaja de dos goles en el Bernabéu ante un Real Madrid que tiraría de casta. A la heroica ante la falta de fútbol. Mourinho daba órdenes en papelitos que circulaban entre sus jugadores. Y fue Sergio Ramos el que inició la reacción. A placer. Sin levantar los pies del suelo, rematando un córner de Özil, ajustó el testarazo al palo. Inalcanzable para Doblas ante el error defensivo. Fue un espejismo. No era la tarde del Real Madrid. Las remontadas agónicas de los últimos años, esta temporada nunca llegaron. Benzema tuvo dos ocasiones para hacer crecer la fe: un remate de cabeza que fue a las manos de Doblas y un zurdazo al larguero. A los 78 minutos, Lafita asestó un golpe definitivo. Con el Real Madrid intentando prolongar su agonía liguera, Uche salió a la contra, vio el desmarque de su compañero, que a placer firmó su doblete.
Restaban doce minutos para el final en los que el Real Madrid no bajó los brazos. Luchó hasta en inferioridad numérica, cuando Carvalho decidió irse a la ducha antes de tiempo y fue expulsado en el peor de sus días de blanco. Las oportunidades de Özil, Kaká y Benzema acabaron con un bello tanto del francés. Maquilló el resultado final. El Real Madrid acudirá al Camp Nou a remontar una semifinal europea con dos tantos de desventaja o cerrar su temporada. La Copa del Rey calmó la ansiedad del madridismo en el primer año de la era Mourinho.


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